Oficio de tontos

Tontos son los creen, los que crean, los que buscan el temblor de una palabra, los que se ríen de su sombra, los que se enamoran por nada, los que pierden pero no se pierden, los que se enorgullecen de sus amigos, los que no eligen el camino fácil, los que siempre están ahí, los que piensan que el mundo no está perdido todavía... Bienaventurados los tontos, porque de ellos será el reino de la literatura.

viernes, 21 de octubre de 2011

Orgulloso de Andalucía

Las declaraciones de Artus Mas haciendo mofa del andaluz han soliviantado el maltrecho orgullo andaluz. Como filólogo, andaluz y actual vecino y contribuyente de Cataluña, me permito hacer algunas valoraciones. Primero, por la experiencia del día a día no me parece que los catalanes hagan escarnio de nuestra forma de expresarnos ni parezcan interesados en batallas lingüísticas. La gente de la calle (también los catalanes) es muy razonable.
Sí subyace, en el fondo un cierto complejo de superioridad, al menos de la clase política catalana, que se une a otro no menos grave: la baja autoestima que muchos andaluces tienen por su lengua. He dado clases de Lengua catellana en varios institutos de Sevilla y todos los años era la misma batalla: convencer a los alumnos de que el andaluz (su forma de hablar el castellano) no era una degradación de la lengua estandar, sino una variedad (bastante musical, por cierto) que merece la misma consideración y respesto que otras modadalides regionales. Se puede ser cateto en cualquier lengua.

¿Por qué hasta los andaluces tenemos tan baja consideración de la lengua que han hablado los hermanos Machado, Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Lorca...? La razón filológica es fácil y compleja: el problema del andaluz es que históricamente se han asociado rasgos diatópicos (propios de una región) con rasgos diastráticos (propios de un nivel sociocultural), o incluso con los diafásicos (de un registro: coloquial, formal...). O sea, se atribuyen a los hablantes de una región rasgos que son propios de un nivel sociocultural (bajo, en este caso). Sesear o aspirar las consonantes no denota incultura, como mucha gente cree, es sólo una forma de pronunciar la lengua común. Por supuesto, en todos sitios hay hablantes de bajo nivel cultural que incurren en numerosos vulgarismos (poblema, amoto, haiga...): basta ver la televisión para comproblarlo. Pero ni esa falla cultural y educativa es exclusiva de los andaluces, ni el resto de españoles, incluídos los catalanes, está libre de ellas. También he dado clases en Cataluña y no crean que los adolescentes de Sabadell hablan mucho mejor que los de Dos Hermanas. El problema es que escuchando, pongamos por caso, a Manolo Chávez, o las ruedas de prensa de algunos futbolistas, las dudas diatópicas/diafásicas no se despejen...

Dejemos los prejuicios lingüísticos y dignifiquemos las variedades regionales y la cultura. Mucha escuela, en tiempos de crisis. Mañana iré al Camp Nou con buenos amigos catalanes, a ver al Sevilla y sentirme orgulloso de mis raíces. No podré decir lo mismo, seguramente, del resultado.

Condió

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