Oficio de tontos

Tontos son los creen, los que crean, los que buscan el temblor de una palabra, los que se ríen de su sombra, los que se enamoran por nada, los que pierden pero no se pierden, los que se enorgullecen de sus amigos, los que no eligen el camino fácil, los que siempre están ahí, los que piensan que el mundo no está perdido todavía... Bienaventurados los tontos, porque de ellos será el reino de la literatura.

viernes, 20 de enero de 2012

Paseos con mi madre


El mundo no está perdido todavía. Acabo de leer la última novela de Javier Pérez Andújar (Paseos con mi madre, Tusquest) y quedan motivos para la esperanza, al menos en la literatura. La primera controversia que suscita el libro es el género: ¿novela, biografía, memoria, crónica...? Discusión bastante bizantina porque lo que encontramos es un libro inclasificable cuyo rasgo más definitorio es el cuidado y el buen gusto con el que está escrito.
Javier nos plantea un viaje (espacial y temporal) por Sant Adrià del Bessos y la Barcelona de extrarradio, metáfora de cualquier ciudad dormitorio.
El libro, desde las primeras líneas, te envuelve en una música particular, en todo ese halo de fracaso, melancólico y desaliñado, que envuelve los barrios de clase obrera, y nos conecta con un ramillete de personajes desubicados y entrañables que cualquiera que se haya criado en un barrio, reconocerá como propio.
La novela, valga la paradoja, es pura poesía. Es decir, se lee y se disfruta como un poema, y el autor, más que una crónica de la época, no pretende más que dignificar, a través de la literatura, un paisaje marginal, y expresar las sensaciones (contradictorias a veces) que ese escenario de su infancia le provoca. De paso, hace el mejor retrato de Barcelona que he leído: ciudad tan hermosa como distante e indififerente con sus vecinos.
La mejor literatura contemporánea se escribe en los periódicos. Javier Pérez Andujar conecta con esa tradición del articulista literarario que hace de la crónica un poema para envolver pescado. Una prosa deliciosa que recuerda a los artículos de Umbral, a la ironía de Raúl del Pozo, a las metáforas de Ignacio Ruiz Quintano o David Gistau...
Que suerte que aún se publiquen novelas como esta.
El otro día pude conocer al escritor en un acto en la Llibreria A peu de pàgina, en el barrio de Sarrià y, además de un tipo sencillo y para nada pagado de sí mismo, y encontré, escuchando al autor, que todos los hallazgos estéticos del libro no son para nada causales, sino el producto de un hondo conocimiento de la literatura y de una exquisita sensibilidad.
Acudan corriendo a las librerías....